Juan Carlos Poveda sobre su libro Infancias de Mazapán: “Es muy fuerte este fenómeno, es muy transgeneracional”
El autor en su más reciente publicación analiza la trayectoria e importancia del grupo de música infantil que tiene más de 40 años de vida.
El grupo Mazapán ha acompañado, entretenido y formado a generaciones a lo largo de sus más de 40 años de trayectoria con canciones como “La Cuncuna Amarilla”, “Es una Nube”, “Refalosa de los Animales”, “La Chinita Margarita”, entre tantas otras. Además, han contado con espacios televisivos en distintas épocas, fundamentales para muchos pequeños. El legado del trabajo de Mazapán ha traspasado generaciones, de padres a hijos, manteniéndose muy vigente en plataformas como Youtube y logrando conciertos repletos hasta el día de hoy.
Juan Carlos Poveda, Doctor en Estudios Latinoamericanos, Magíster en Artes con mención en Musicología, Profesor de Música y fanático confeso del grupo formado por Carmen Lavanchy, Cecilia Álamos, Victoria Carvallo, Lulú Corcuera, Verónica Prieto y Michelle Salazar (Cecilia Echeñique también fue parte del grupo durante una década), es el autor del libro “Infancias de Mazapán”, representaciones de Infancia en la música del grupo. Una investigación que nos lleva a conocer y comprender la importancia, el aporte cultural y educativo que han ofrecido a nuestro país.
En Palco conversó con el autor sobre esta publicación, que tendrá su lanzamiento oficial el martes 24 de octubre a las 18:00 hrs. en Los Leones 1200, Providencia (Universidad Alberto Hurtado). En el encuentro estará presente el grupo Mazapán.
Quiero iniciar preguntando algo bien básico, ¿tú eres seguidor de Mazapán, viste sus programas?
Sí, la verdad que yo tengo 44 años, llegué a Chile en el año 84. Entonces me tocó ver un poquito de Mazapán, porque Mazapán tuvo un periodo de televisión con programas propios entre el año 83 y el 85. En el Año 83, 84 en canal de la Universidad de Chile, Másamigos se llamaba el programa, y después en el año 85 Mazapán en TVN, que duró unos poquitos meses hasta mediados de septiembre, y ahí me tocó verlo por mi mamá, por mi familia. Mi familia es bien melómana, terminé sin saberlo siendo un futuro fan de la agrupación.
¿Y esto motivó tu investigación?
Sí, la verdad que años después yo estudio música, me especializo en la investigación y en el estudiar música. Empecé a agarrar los cassettes antiguos que tenía el patrimonio familiar y empecé a escucharlos con otros oídos. Cuando ya pongo más atención y me doy cuenta que cada canción tiene un arreglo increíble, tiene mucho trabajo y por muy sencilla que sonara la canción en Mazapán, me he dado cuenta que lo que había detrás era un producto muy, muy elaborado. Entonces, me metí a fondo con esto y muchos años después, terminando mi doctorado, pude dedicarme, por fin, a cumplir un pequeño sueño que tenía pendiente.
¿Qué tan larga y compleja fue esta investigación para concretar este libro?
Mi idea, ingenuamente, era partir con un año de investigación. No obstante, a medida que me fui metiendo en cada uno de los 14 álbumes con música original de Mazapán, la verdad tuve que acortar la extensión que tenía pensado de 5 capítulos, tuve que pasar a 3, y el año se convirtió en algo un poco más de 2 años. Tuve que pedir prórrogas y qué sé yo, fue extenso, es decir, partí siendo fan, partí siendo un poco ingenuo y finalmente caí en mi propia trampa, en mi propio argumento, de que esta es una música compleja que requiere más análisis. Había más y más, y yo tenía en mente mucho la música hecha famosa en televisión, que es la que todos tenemos, en general, no las canciones que fueron inscritas en la memoria de mucha gente, de muchas generaciones, a partir de los programas de televisión, pero antes y después hay cassettes con mucha riqueza musical que tiene mucha información y hay que meterse a fondo.
¿Tú entrevistaste a las Mazapán para este trabajo, cuál es tu relación con ellas y cómo tomaron este libro?
Primero que nada, muchas gracias, porque las Mazapanes confiaron en mí desde un principio. Si bien ellas han recibido muchísimas entrevistas de diversos medios y no les había tocado que alguien del mundo de la Academia se aproximara para hacer un libro de investigación un poco más para el circuito académico, entonces también están bien contentas con eso. Siendo un fan, yo la verdad que entré a un a un colegio a trabajar y coincidió que en ese colegio está María de la Luz Corcuera, la Lulú y de ahí, obviamente, me lancé como si fuera Pablito Ruiz el que tenía enfrente y le dije, mira, yo soy fan de ustedes, qué sé yo. Inmediatamente hicimos buenas migas y en ese momento que les compré las partituras, me empecé a hacer el simpático. Entonces, ahí me presentó a las otras mazapanes y después intenté un par de proyectos que no tuvieron financiamiento. Después yo entré al doctorado, y luego, terminando eso, me puede enlazar con esto, y ahí ya me conocían y confiaban en mí, entonces soportaron, sobre todo Carmen Lavanchy, la fundadora, soportó Whatsapp casi a diario por 1 año, o sea, distintas preguntas y mensajes que les hacía yo sobre tal canción. “¿Este arreglo, por qué hicieron esto? ¿Qué pasó con esto otro?” Fueron bien pacientes conmigo.
Algo que tú planteas en el libro, y que siempre llama la atención, es que Mazapán aborda la música infantil y sus programas, no sólo desde el punto de vista de la entretención, sino también desde algo más profundo.
Absolutamente, cuando tú ves la programación infantil desde los inicios de la televisión en Chile, de finales de los años 50, con el Gobierno de de Alessandri, en la televisión infantil, bueno, como casi toda la televisión, cuando parte acá, pero sobre todo la infantil, estuvo en manos de quien tenía una idea y la lanzaba y ya está, era todo muy amateur. Entonces, habían ciertas excepciones como la educadora de párvulos Patricia Undurraga, por ejemplo, llamada la tía Paty, que se notaba. Ella sabía qué tono de voz ocupar, qué velocidad ocupar, tratar a niñas y niños como seres, como sujetos, y no como cuchicuchi solamente, o sea, la ternura a veces, pero a veces había cosas más profundas. Eso se notaba de inmediato cuando alguien tenía un manejo técnico.
Después tenías otros modelos como Los Bochincheros, que eran distintos. Era como el tío divertido que nos hacía gritar y comer chicle, y ya está, pero con canciones entretenidas. Pero después estaba Mazapán, que claro tiene una formación, primero musical muy profunda, con compositores, con gente de alto vuelo de la Academia musical en Chile, y por otro lado también con estudios pedagógicos y con experiencia en docencia ya a todo el nivel, desde preescolar hasta la Universidad.