La saga “Insidious” o “La noche del demonio” creada por Leigh Whannell y James Wan llega a su fin, al menos para la familia Lambert, los protagonistas de la primera y segunda parte de estas películas de terror que han perturbado a varios.
En las cintas de 2010 y 2013 conocimos el calvario de Josh (Patrick Wilson) y su pequeño hijo Dalton (Ty Simpkins), quien está en un inexplicable coma. Ambos realizan viajes astrales a una dimensión donde los demonios hambrientos de vida los acechan, cruzando el umbral al mundo real, perturbando y dañando a toda la familia.
Esta nueva entrega, que acaba de llegar a los cines, “La noche del Demonio: La Puerta Roja”, deja de lado la línea de las secuelas tres y cuatro que sigue al personaje de Elise Rainer (Lin Shaye), la experta paranormal que ayuda a los Lambert, para centrarse de nuevo en ellos y darle un cierre a su historia.
La película inicia recordándonos que tanto Josh, como Dalton fueron hipnotizados 10 años atrás para olvidar los perturbadores hechos que vivieron y su capacidad de viajar a otra demoníaca dimensión, lo que por un lado resultó en que el -ahora- joven sea retraído y le tema a la oscuridad, mientras que el padre sufre problemas de personalidad, concentración y memoria, además de perder su matrimonio y la relación con sus hijos.
Luego de la muerte de su madre Lorraine (Barbara Hershey), el estado de Josh comienza a empeorar, por lo que busca ayuda médica. Por otra parte, Dalton se va a la universidad a estudiar arte, y justamente la inspiración para realizar un cuadro desde el fondo de su ser, deriva en una representación de la puerta roja que separa la realidad del mundo infernal que los atormentaba.
A medida que padre e hijo van redescubriendo el oscuro secreto que comparten, su relación quebraba podría tener una nueva oportunidad.
Una historia redonda, pero que para quienes no han visto las películas que le preceden puede ser un tanto incompleta y confusa. La trama se mueve entre el terror y el drama familiar, tocando temáticas como las relaciones entre padres e hijos, el duelo, la memoria y el abandono.El debut en la silla del director del mismísimo Patrick Wilson (Hard Candy, El Conjuro) intenta rememorar el estupendo trabajo logrado al inicio de la franquicia por James Wan, y aunque a ratos lo hace regalando uno que otro de esos perturbadores sustos, el resto del filme ocurre sin mucha novedad.
Ideal para fanáticos de estas películas, quienes quieren saber qué pasó con estos personajes. Hay bastante nostalgia en ella, y mantiene la atención de principio a fin. Un cierre correcto para la ‘maldición’ de los Lambert, pero que deja abierta la posibilidad de una nueva cinta con otros personajes.
