Antes de convertirse en uno de los directores de terror más importantes de la historia, e incluso anterior al éxito alcanzado por franquicias como “Scream” o la primera película de Freddy Krueger, “Pesadilla en Elm Street”, el cineasta estadounidense Wes Craven irrumpió en el circuito independiente en 1972 con una brutal cinta exploitation, que generó gran controversia por su violencia gráfica y cruda temática, titulada “La Última Casa a la Izquierda”. Producida por Sean S. Cunningham (quien posteriormente haría la “Viernes 13” original), la ópera prima de Craven, a diferencia de sus posteriores trabajos mucho más comerciales, tiene mayor similitud con el cine Z y gore de otros realizadores como Herschel Gordon Lewis, y comienza con dos chicas, Mari y Phyllis, que en el cumpleaños de una de ellas, son secuestradas y torturadas por tres psicópatas que las harán sufrir durante horas hasta matarlas. Posteriormente, en un irónico giro del destino, el trío de degenerados acabará descansando en la casa de una de las niñas, sin saber que los padres están planeando una cruenta venganza. La cosa acaba en una orgía infernal de sangre, donde los victimarios se convierten en víctimas. Incómoda, inquietante y ultraviolenta, para esta historia Wes Craven se inspiró en “El Manantial de la Doncella” de Ingmar Bergman, pero con un estilo cruento y sucio, que posteriormente se replicará en otras cintas como “La Masacre de Texas” o “I Spit on Your Grave”. Durante su estreno la película fue odiada por muchos, e incluso hubo algunos que pedían quemar los rollos de los cines, no obstante, gracias a la mala publicidad, se convirtió en un éxito de taquilla, y posteriormente en un clásico de culto del cine de horror. Craven, por su parte, debido a la controversia, trataría de alejarse del cine de terror por un tiempo, pero debido a las presiones de los productores, finalmente él y Cunningham volverían al género, Craven con otro clásico, “The Hills Have Eyes” y Cunningham con la míticaViernes 13. Aunque para muchos, “La Última Casa a la Izquierda” no es más que un burdo intento de impactar al público con escenas violentas que bordean la pornografía, lo cierto es que en su primera película, Craven jamás hace una apología a la violencia, y en cambio, hace un intenso análisis sobre sus límites. Por supuesto, no es una obra maestra, los estándares artísticos son bajos, pero resulta sorprendente, sobre todo por el gran contraste con el resto de películas del director. De hecho, años más tarde, Wes Craven admitió que le costaba ver su primer trabajo por la crudeza de sus imágenes, y se dice que creó una protagonista fuerte en Pesadilla para compensar lo que les ocurría a las pobres Mari y Phillys. Cabe mencionar que en 2009 se hizo un remake dirigido por Dennis Iliadis, pero que no captura la esencia de la original, por lo tanto la recuperamos para disfrutar (o pasarlo mal) esta noche de brujas.
La adaptación de Dawn of the Dead, uno de los clásicos del padre del género zombie, el ya fallecido George Romero, realizado el 2004 por el director Zack Snyder, fue en su época un merecido refresco para la película misma (la original es de 1978) y para todo el “mundo zombie”. Y hablo de refresco porque, si bien, esta ambientada en el inicio del siglo XXI (alejada de la setentera película en ese aspecto), mantiene la consistencia de la historia y sus trasfondos (tan propios de las películas de Romero). En síntesis, conserva todos aquellos ingredientes que toda buena película de zombies tiene que tener: un toque de humor negro; personajes a los que poco y nada nos interesa su vida pasada; una lucha desesperada por salvarse de estos seres que te quieren comer, a costa de cualquier precio; y, por supuesto, zombies por doquier. La trama es la siguiente: comienza el día y hordas de zombies hambrientos de víscera humanas repletan las calles. Algunas personas logran salvarse y poco a poco van llegando a un centro comercial, también conocido como mall. Tras resolver el problema -siempre presente en una historia de Romero- de las desconfianzas entre personas que no se conocen, pero que a la vez tienen un enemigo en común, el grupo de personas se adapta a vivir en el mall; tienen todas las cosas materiales que necesitan para subsistir y se encuentran en un lugar al cual los zombies no pueden ingresar. Lo que parecía una solución, con el paso del tiempo pasa a ser un problema; y comienza la necesidad imperiosa de escapar a otro lugar, para lo cual el grupo prepara una huida que no podrá ser sencilla, debido a que están completamente rodeados por los caminantes. Dawn of the Dead es una excelente historia del género. Aborda el comportamiento humano, que lucha entre el individualismo forzado por el instinto de sobrevivencia y los valores morales de solidaridad y de ayuda al prójimo, propios de nuestra cultura. El escenario, el centro comercial, nos lleva a la crítica en contra del consumismo que muy sutilmente trae esta película. Estamos felices viviendo con todos los bienes materiales a nuestra disposición, comprando y comprando, pero encerrados. Dejamos de vivir una vida libre para no enfrentar la vida tal cual, por nuestros miedos, representados en la obra por los zombies. Pero llega un momento que la naturaleza humana puede más: la libertad es algo que toda persona necesita y, a pesar de que a veces el camino a ella está lleno de dificultades, hacen lo imposible para obtenerla. Por supuesto todo lo anterior acompañado de acción, mucha sangre y seres dispuestos a arrancar las entrañas del que se le cruce por adelante. Recomendada para este Halloween.
Luego de Big trouble in Little China, John Carpenter regresa al terror puro con la cintaEl Príncipe de las Tinieblas en 1987, en una historia escrita y dirigida por él mismo, la que nos muestra una representación del mal tangible, tanto la ciencia como la religión deberán unirse para detener que esta fuerza se expanda. Odiada por algunos, alabada por otros, esta cinta se ha convertido en una producción de culto, que merece ser revisitada. Un sacerdote, interpretado por uno de los actores fetiche del director, Donald Pleasence (Sólo se vive dos veces, saga Halloween, Phenomena), descubre en una iglesia abandonada de Los Angeles, un sótano en donde se encuentra un enorme contenedor transparente, el cual contiene una viscosa sustancia verde que parece ser el mal esperando a ser liberado para dar inicio al apocalipsis. Los antiguos curas que componían la ' Hermandad del Sueño' fueron los encargados de reprimir esta maldad por siglos, pero también de mantener oculta esta escalofriante realidad. En la teoría de la película, tanto Satán como Dios son de origen extraterrestres. La profecía está por cumplirse, el demonio está más cerca de lo que que todos piensan, en cada pequeña partícula. El académico Howard Birack ( Victor Wong) se une al cura para descubrir los secretos de este mal en la tierra y para encontrar la manera de contenerlo, para eso reúne a un grupo de profesores y alumnos, la mayoría científicos, algunos teólogos, quienes realmente no saben a qué se van a enfrentar. Poco a poco van a ser infectados por la sustancia con el propósito de convertirlos en una suerte de zombies, soldados encargados de expandir la maldad en la tierra. De ritmo algo lento, muy explicativa, uno de los grandes valores del filme es su atmósfera. La música del propio Carpenter, la locación de la iglesia, la oscuridad, las interacciones entre los personajes, todo nos invita al miedo. Aunque, ojo, no todas las actuaciones son buenas. Con muy poco uso de la sangre y algunos efectos especiales mejor logrados que otros, El Príncipe de las Tinieblas es una producción que sugiere, que busca hacernos temer de lo cotidiano, de nuestra propia dualidad. El elenco de la cinta también lo componen Jameson Parker (Simon & Simon Investigadores), Lisa Blount (Reto al destino), Dennis Dun (Big trouble in Little China) y el rockero Alice Cooper. Se considera que El Príncipe de las Tinieblas es la segunda película de la supuesta trilogía apocalíptica de Carpenter, la que comenzó con The Thing en 1982 y cerró con In the Mouth of Madness de 1994.
Al hablar de cine italiano, por lo general, se vienen a la mente nombres como Dario Argento, Mario Bava o Lucio Fulci, quizás los tres exponentes más importantes del género fantástico en el país europeo. Sin embargo, hay un montón de realizadores que también pusieron su grano de arena al momento de crear películas de terror únicas y emblemáticas, como Michele Soavi, por ejemplo, quien no es demasiado conocido fuera del círculo de aficionados, pero a lo largo de su carrera ha dejado algunos títulos dignos de recordar como “La Chiesa” o “The Church”. Producida en 1989 por el propio Argento, la segunda película de Soavi como director (luego de varios años trabajando como asistente para él y Joe D’Amato) se trata de un relato gótico con posesiones demoníacas, que tiene gran parentesco con los “Demons” de Lamberto Bava, pero tiene ciertas virtudes que la destacan por sí sola, convirtiéndola en una fascinante pieza de culto. Como todo buen cuento gótico, la película comienza en plena Edad Media, donde un grupo de Caballeros Teutones entran a un poblado para masacrar a sus habitantes, supuestas brujas y adoradores del diablo. Luego de la matanza, los cuerpos son enterrados en una fosa común sobre la cual se erigirá una catedral, como una especie de barrera frente a las fuerzas malignas. Posteriormente, la cinta se traslada hasta los tiempos actuales, donde el bibliotecario de la catedral, Evan, llega a su primer día de trabajo. Allí conoce a Lisa, una artista que supervisa la restauración de los elaborados frescos de la iglesia. Cuando Evan decide explorar las catacumbas de la catedral, accidentalmente desata la maldad en el lugar. Con una gran imaginación escénica, bestiales escenas de violencia gráfica, actuaciones decentes, y la excéntrica banda sonora a cargo de Keith Emerson (el aclamado músico británico de Emerson, Lake and Palmer), en general se trata de una más que notable muestra de horror italiano, de impecable factura (a pesar de algunos efectos demasiado artesanales), y sumamente entretenida, que además de tener una atractiva historia de terror, también profundiza en temas “serios”, como las brutalidades de la Edad Media. La película sorprende por su rica y variada gama de propuestas: tiene escenas poéticas y oníricas, que anuncian el apocalipsis de manera sutil, hermosa y a la vez horrible; también tiene gore del bueno, con destripamientos y empalamientos; y por supuesto, también hay humor negro. Soavi, por su parte, hace uso de una vibrante dirección, poniendo a prueba lo aprendido junto a Argento, para crear una cinta auténtica. Otras de sus películas notables son su ópera prima “Stage Fright” , “La Secta” y especialmente, “Cemetery Man” , quizás su trabajo más célebre. Lamentablemente, a mediados de los 90 el cineasta decidió retirarse para cuidar a su hijo enfermo y su carrera en el cine se diluyó. Todo un clásico de culto para disfrutar esta Noche de Brujas.
Sin dudas, Carlos Enrique Taboada fue uno de los grandes maestros del terror mexicano, realizador de grandes filmes como “El Libro de Piedra”, “Hasta el Viento Tiene Miedo” y “Más Negro que la Noche”, y es de esta última producción sobre la cual nos vamos a detener. Cuatro icónicas actrices aztecas, quienes se convertirían luego en grandes divas de las telenovelas, protagonizaron esta historia que, sin muchos efectos, logra causar bastante susto, se trata de Claudia Islas (Corazón Salvaje, Marisol), Susana Dosamantes (Morir para Vivir, Eva Luna), Helena Rojo (Gente Bien, El Privilegio de Amar) y la gran Lucía Méndez (La Colorina, Tú o Nadie). En “Más Negro que la Noche”, un grupo de amigas se va a vivir juntas a una antigua y lujosa casa que ha heredado Ofelia (Islas), una de ellas, por parte de una tía fastidiosa a la que no veía hace años. La única condición para recibir el inmueble es cuidar de Becker, el fiel gato negro de la fallecida Susana, el único ser que realmente amaba la anciana. A Ofelia le da igual el gato, no es problema para ella tenerlo en casa, pero para sus amigas Marta (Méndez), Pilar (Rojo) y Aurora (Dosamantes), si es motivo de incomodidad. En un principio todo va relativamente bien en la mansión. Una que otra cosa rara de pronto las inquieta, en especial cuando algo le ocurre a Becker, pero les son más insoportables las reglas de la estricta ama de llaves, quien siempre les recuerda cuáles son las bases con las que vivía la tía Susana. Pero luego de la sorpresiva muerte del gato todo empeora para las muchachas. Los ruidos extraños, las visiones fantasmales, no las dejarán vivir en paz, mientras que de a poco el miedo se apoderará de ellas. En esta película, el buen tratamiento de la atmósfera, sin sangre, sin escenas de sobresaltos, logra traspasar perfectamente al espectador la situación paranormal aterradora que viven estas amigas, porque, después de todo, desde el más allá Susana sigue rigiendo su casa. Uno de los puntos destacados de esta película, que ha sido alabada tanto por el público como por la crítica, es la profundidad de sus temáticas, no sólo es el asustar por asustar. A través de los ojos de sus protagonistas se habla de la amistad, del empoderamiento femenino, el duelo y de cómo enfrentar los miedo. Existe un penoso remake de “Más Negro que la Noche” realizado en 2014, el que intento darle un nuevo giro a la trama, convirtiéndola en un completo desastre.
Antes de convertirse en uno de los directores de terror más importantes de la historia, e incluso anterior al éxito alcanzado por franquicias como “Scream” o la primera película de Freddy Krueger, “Pesadilla en Elm Street”, el cineasta estadounidense Wes Craven irrumpió en el circuito independiente en 1972 con una brutal cinta exploitation, que generó gran controversia por su violencia gráfica y cruda temática, titulada “La Última Casa a la Izquierda”. Producida por Sean S. Cunningham (quien posteriormente haría la “Viernes 13” original), la ópera prima de Craven, a diferencia de sus posteriores trabajos mucho más comerciales, tiene mayor similitud con el cine Z y gore de otros realizadores como Herschel Gordon Lewis, y comienza con dos chicas, Mari y Phyllis, que en el cumpleaños de una de ellas, son secuestradas y torturadas por tres psicópatas que las harán sufrir durante horas hasta matarlas. Posteriormente, en un irónico giro del destino, el trío de degenerados acabará descansando en la casa de una de las niñas, sin saber que los padres están planeando una cruenta venganza. La cosa acaba en una orgía infernal de sangre, donde los victimarios se convierten en víctimas. Incómoda, inquietante y ultraviolenta, para esta historia Wes Craven se inspiró en “El Manantial de la Doncella” de Ingmar Bergman, pero con un estilo cruento y sucio, que posteriormente se replicará en otras cintas como “La Masacre de Texas” o “I Spit on Your Grave”. Durante su estreno la película fue odiada por muchos, e incluso hubo algunos que pedían quemar los rollos de los cines, no obstante, gracias a la mala publicidad, se convirtió en un éxito de taquilla, y posteriormente en un clásico de culto del cine de horror. Craven, por su parte, debido a la controversia, trataría de alejarse del cine de terror por un tiempo, pero debido a las presiones de los productores, finalmente él y Cunningham volverían al género, Craven con otro clásico, “The Hills Have Eyes” y Cunningham con la míticaViernes 13. Aunque para muchos, “La Última Casa a la Izquierda” no es más que un burdo intento de impactar al público con escenas violentas que bordean la pornografía, lo cierto es que en su primera película, Craven jamás hace una apología a la violencia, y en cambio, hace un intenso análisis sobre sus límites. Por supuesto, no es una obra maestra, los estándares artísticos son bajos, pero resulta sorprendente, sobre todo por el gran contraste con el resto de películas del director. De hecho, años más tarde, Wes Craven admitió que le costaba ver su primer trabajo por la crudeza de sus imágenes, y se dice que creó una protagonista fuerte en Pesadilla para compensar lo que les ocurría a las pobres Mari y Phillys. Cabe mencionar que en 2009 se hizo un remake dirigido por Dennis Iliadis, pero que no captura la esencia de la original, por lo tanto la recuperamos para disfrutar (o pasarlo mal) esta noche de brujas.
La adaptación de Dawn of the Dead, uno de los clásicos del padre del género zombie, el ya fallecido George Romero, realizado el 2004 por el director Zack Snyder, fue en su época un merecido refresco para la película misma (la original es de 1978) y para todo el “mundo zombie”. Y hablo de refresco porque, si bien, esta ambientada en el inicio del siglo XXI (alejada de la setentera película en ese aspecto), mantiene la consistencia de la historia y sus trasfondos (tan propios de las películas de Romero). En síntesis, conserva todos aquellos ingredientes que toda buena película de zombies tiene que tener: un toque de humor negro; personajes a los que poco y nada nos interesa su vida pasada; una lucha desesperada por salvarse de estos seres que te quieren comer, a costa de cualquier precio; y, por supuesto, zombies por doquier. La trama es la siguiente: comienza el día y hordas de zombies hambrientos de víscera humanas repletan las calles. Algunas personas logran salvarse y poco a poco van llegando a un centro comercial, también conocido como mall. Tras resolver el problema -siempre presente en una historia de Romero- de las desconfianzas entre personas que no se conocen, pero que a la vez tienen un enemigo en común, el grupo de personas se adapta a vivir en el mall; tienen todas las cosas materiales que necesitan para subsistir y se encuentran en un lugar al cual los zombies no pueden ingresar. Lo que parecía una solución, con el paso del tiempo pasa a ser un problema; y comienza la necesidad imperiosa de escapar a otro lugar, para lo cual el grupo prepara una huida que no podrá ser sencilla, debido a que están completamente rodeados por los caminantes. Dawn of the Dead es una excelente historia del género. Aborda el comportamiento humano, que lucha entre el individualismo forzado por el instinto de sobrevivencia y los valores morales de solidaridad y de ayuda al prójimo, propios de nuestra cultura. El escenario, el centro comercial, nos lleva a la crítica en contra del consumismo que muy sutilmente trae esta película. Estamos felices viviendo con todos los bienes materiales a nuestra disposición, comprando y comprando, pero encerrados. Dejamos de vivir una vida libre para no enfrentar la vida tal cual, por nuestros miedos, representados en la obra por los zombies. Pero llega un momento que la naturaleza humana puede más: la libertad es algo que toda persona necesita y, a pesar de que a veces el camino a ella está lleno de dificultades, hacen lo imposible para obtenerla. Por supuesto todo lo anterior acompañado de acción, mucha sangre y seres dispuestos a arrancar las entrañas del que se le cruce por adelante. Recomendada para este Halloween.
Luego de Big trouble in Little China, John Carpenter regresa al terror puro con la cintaEl Príncipe de las Tinieblas en 1987, en una historia escrita y dirigida por él mismo, la que nos muestra una representación del mal tangible, tanto la ciencia como la religión deberán unirse para detener que esta fuerza se expanda. Odiada por algunos, alabada por otros, esta cinta se ha convertido en una producción de culto, que merece ser revisitada. Un sacerdote, interpretado por uno de los actores fetiche del director, Donald Pleasence (Sólo se vive dos veces, saga Halloween, Phenomena), descubre en una iglesia abandonada de Los Angeles, un sótano en donde se encuentra un enorme contenedor transparente, el cual contiene una viscosa sustancia verde que parece ser el mal esperando a ser liberado para dar inicio al apocalipsis. Los antiguos curas que componían la ' Hermandad del Sueño' fueron los encargados de reprimir esta maldad por siglos, pero también de mantener oculta esta escalofriante realidad. En la teoría de la película, tanto Satán como Dios son de origen extraterrestres. La profecía está por cumplirse, el demonio está más cerca de lo que que todos piensan, en cada pequeña partícula. El académico Howard Birack ( Victor Wong) se une al cura para descubrir los secretos de este mal en la tierra y para encontrar la manera de contenerlo, para eso reúne a un grupo de profesores y alumnos, la mayoría científicos, algunos teólogos, quienes realmente no saben a qué se van a enfrentar. Poco a poco van a ser infectados por la sustancia con el propósito de convertirlos en una suerte de zombies, soldados encargados de expandir la maldad en la tierra. De ritmo algo lento, muy explicativa, uno de los grandes valores del filme es su atmósfera. La música del propio Carpenter, la locación de la iglesia, la oscuridad, las interacciones entre los personajes, todo nos invita al miedo. Aunque, ojo, no todas las actuaciones son buenas. Con muy poco uso de la sangre y algunos efectos especiales mejor logrados que otros, El Príncipe de las Tinieblas es una producción que sugiere, que busca hacernos temer de lo cotidiano, de nuestra propia dualidad. El elenco de la cinta también lo componen Jameson Parker (Simon & Simon Investigadores), Lisa Blount (Reto al destino), Dennis Dun (Big trouble in Little China) y el rockero Alice Cooper. Se considera que El Príncipe de las Tinieblas es la segunda película de la supuesta trilogía apocalíptica de Carpenter, la que comenzó con The Thing en 1982 y cerró con In the Mouth of Madness de 1994.
Al hablar de cine italiano, por lo general, se vienen a la mente nombres como Dario Argento, Mario Bava o Lucio Fulci, quizás los tres exponentes más importantes del género fantástico en el país europeo. Sin embargo, hay un montón de realizadores que también pusieron su grano de arena al momento de crear películas de terror únicas y emblemáticas, como Michele Soavi, por ejemplo, quien no es demasiado conocido fuera del círculo de aficionados, pero a lo largo de su carrera ha dejado algunos títulos dignos de recordar como “La Chiesa” o “The Church”. Producida en 1989 por el propio Argento, la segunda película de Soavi como director (luego de varios años trabajando como asistente para él y Joe D’Amato) se trata de un relato gótico con posesiones demoníacas, que tiene gran parentesco con los “Demons” de Lamberto Bava, pero tiene ciertas virtudes que la destacan por sí sola, convirtiéndola en una fascinante pieza de culto. Como todo buen cuento gótico, la película comienza en plena Edad Media, donde un grupo de Caballeros Teutones entran a un poblado para masacrar a sus habitantes, supuestas brujas y adoradores del diablo. Luego de la matanza, los cuerpos son enterrados en una fosa común sobre la cual se erigirá una catedral, como una especie de barrera frente a las fuerzas malignas. Posteriormente, la cinta se traslada hasta los tiempos actuales, donde el bibliotecario de la catedral, Evan, llega a su primer día de trabajo. Allí conoce a Lisa, una artista que supervisa la restauración de los elaborados frescos de la iglesia. Cuando Evan decide explorar las catacumbas de la catedral, accidentalmente desata la maldad en el lugar. Con una gran imaginación escénica, bestiales escenas de violencia gráfica, actuaciones decentes, y la excéntrica banda sonora a cargo de Keith Emerson (el aclamado músico británico de Emerson, Lake and Palmer), en general se trata de una más que notable muestra de horror italiano, de impecable factura (a pesar de algunos efectos demasiado artesanales), y sumamente entretenida, que además de tener una atractiva historia de terror, también profundiza en temas “serios”, como las brutalidades de la Edad Media. La película sorprende por su rica y variada gama de propuestas: tiene escenas poéticas y oníricas, que anuncian el apocalipsis de manera sutil, hermosa y a la vez horrible; también tiene gore del bueno, con destripamientos y empalamientos; y por supuesto, también hay humor negro. Soavi, por su parte, hace uso de una vibrante dirección, poniendo a prueba lo aprendido junto a Argento, para crear una cinta auténtica. Otras de sus películas notables son su ópera prima “Stage Fright” , “La Secta” y especialmente, “Cemetery Man” , quizás su trabajo más célebre. Lamentablemente, a mediados de los 90 el cineasta decidió retirarse para cuidar a su hijo enfermo y su carrera en el cine se diluyó. Todo un clásico de culto para disfrutar esta Noche de Brujas.
Sin dudas, Carlos Enrique Taboada fue uno de los grandes maestros del terror mexicano, realizador de grandes filmes como “El Libro de Piedra”, “Hasta el Viento Tiene Miedo” y “Más Negro que la Noche”, y es de esta última producción sobre la cual nos vamos a detener. Cuatro icónicas actrices aztecas, quienes se convertirían luego en grandes divas de las telenovelas, protagonizaron esta historia que, sin muchos efectos, logra causar bastante susto, se trata de Claudia Islas (Corazón Salvaje, Marisol), Susana Dosamantes (Morir para Vivir, Eva Luna), Helena Rojo (Gente Bien, El Privilegio de Amar) y la gran Lucía Méndez (La Colorina, Tú o Nadie). En “Más Negro que la Noche”, un grupo de amigas se va a vivir juntas a una antigua y lujosa casa que ha heredado Ofelia (Islas), una de ellas, por parte de una tía fastidiosa a la que no veía hace años. La única condición para recibir el inmueble es cuidar de Becker, el fiel gato negro de la fallecida Susana, el único ser que realmente amaba la anciana. A Ofelia le da igual el gato, no es problema para ella tenerlo en casa, pero para sus amigas Marta (Méndez), Pilar (Rojo) y Aurora (Dosamantes), si es motivo de incomodidad. En un principio todo va relativamente bien en la mansión. Una que otra cosa rara de pronto las inquieta, en especial cuando algo le ocurre a Becker, pero les son más insoportables las reglas de la estricta ama de llaves, quien siempre les recuerda cuáles son las bases con las que vivía la tía Susana. Pero luego de la sorpresiva muerte del gato todo empeora para las muchachas. Los ruidos extraños, las visiones fantasmales, no las dejarán vivir en paz, mientras que de a poco el miedo se apoderará de ellas. En esta película, el buen tratamiento de la atmósfera, sin sangre, sin escenas de sobresaltos, logra traspasar perfectamente al espectador la situación paranormal aterradora que viven estas amigas, porque, después de todo, desde el más allá Susana sigue rigiendo su casa. Uno de los puntos destacados de esta película, que ha sido alabada tanto por el público como por la crítica, es la profundidad de sus temáticas, no sólo es el asustar por asustar. A través de los ojos de sus protagonistas se habla de la amistad, del empoderamiento femenino, el duelo y de cómo enfrentar los miedo. Existe un penoso remake de “Más Negro que la Noche” realizado en 2014, el que intento darle un nuevo giro a la trama, convirtiéndola en un completo desastre.