‘El poder del perro’: Un western progresista sobre la masculinidad tóxica
Con una sobrecogedora interpretación de Benedict Cumberbatch, la película es una de las favoritas del año. Disponible en Netflix.
La directora neozelandesa Jane Campion pasó a la historia por ser la primera mujer en recibir la Palma de Oro en el Festival de Cannes por su obra maestra de 1993, 'El Piano', protagonizada por Holly Hunter. En aquella cinta, la cineasta enfrentaba la idea de dos arquetipos masculinos: el teóricamente civilizado y el primitivo, representados por Sam Neill y Harvey Keitel. 28 años después, Campion reúne ambos arquetipos en su nueva película para Netflix, “El Poder del Perro”, en un solo y fascinante personaje, interpretado por un espléndido Benedict Cumberbatch.
La película narra la historia de dos hermanos, Phil y George Burbank, dos acaudalados rancheros de Montana en 1925. Ambos son completamente distintos en su forma de ser, Phil siendo el dominante, poderoso, solitario y agresivo, mientras que George es apacible, moderado y respetuoso. Pero la verdadera disputa entre ambos ocurre cuando George decide casarse repentinamente con Rose, una joven viuda. Tras la boda, Phil comienza una campaña para atormentar a la nueva esposa de su hermano, y especialmente a su hijo, Peter, un muchacho con sensibilidades diferentes a ese mundo agresivo y sin compasión.
Más allá que una simple película del Viejo Oeste, 'El Poder del Perro' juega con el drama y el thriller psicológico, para darle un giro de tuerca al legendario género y reflexionar sobre la masculinidad tóxica en un mundo de adversidades. Los vaqueros que conocimos gracias a John Wayne, Gary Cooper o Burt Lancaster han traspasado de época y nos hace hablar sobre la tensión, sufrimiento, represión y poder, que generan los estereotipos sobre las personas.
Basada en la novela de 1997 de Thomas Savage, este western del siglo XX articula su discurso sobre la masculinidad como cárcel, crimen y castigo para todos los que no aceptan sus reglas. Cuanto más avanza el metraje, más áspera, tensa, elíptica y abstracta se hace. Es cierto que la música a cargo de Johnny Greenwood contribuye a densificar la atmósfera de este oscuro western progresista, pero es la puesta en escena, su obsesión por el detalle, sus interiores tenebrosos y, finalmente, la extraña relación entre Phil y Peter, los que convierten esta cinta en una experiencia apasionante.
Con un elenco en estado de gracia, la última cinta de Jane Campion se convierte en una de las favoritas para la próxima temporada de premios. Y un revival a un género que se rehúsa a morir, y que probablemente ya nunca lo haga, el western.