Desde la muerte de Thanos y Tony Stark en Avengers: Endgame, el Universo Cinematográfico de Marvel ha tambaleado, como si la espina dorsal de la franquicia se hubiera quebrado. En los últimos años, hemos visto películas menores y series de televisión que han generado poco impacto en el público general, tal vez por el agotamiento natural del género de superhéroes. Aun así, Marvel sigue intentando encontrar un nuevo golpe de suerte. Capitán América: Un Nuevo Mundo pertenece a la Fase 5 del UCM, la misma que comenzó en 2023 con la decepcionante Ant-Man and the Wasp: Quantumania, y al parecer, esta nueva entrega tampoco logra revertir el desgaste de la franquicia. En esta cuarta película de la saga del Capitán América, el escudo ya no está en manos de Steve Rogers, sino de Sam Wilson ( Anthony Mackie), su discípulo, quien heredó la responsabilidad al final de Endgame. Luego de los eventos de Falcon y el Soldado de Invierno, Wilson ha tenido que lidiar con el peso de su nuevo rol, marcado por la inseguridad de no estar a la altura. La historia arranca cuando Wilson y su compañero Joaquín Torres ( Danny Ramirez) interceptan una venta ilegal de adamantium. Poco después, ambos son invitados a la Casa Blanca por el recién electo presidente Thaddeus Ross ( Harrison Ford, reemplazando al fallecido William Hurt). Sin embargo, un brutal atentado desata una crisis global que podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial, llevando a Wilson y Torres a descubrir quién está realmente detrás del ataque. Como es habitual en las películas del Capitán América, la trama está cargada de intriga, paranoia, control mental y traiciones, con un aire que recuerda a los thrillers políticos de la Guerra Fría. El director Julius Onah intenta replicar el éxito de El Soldado de Invierno, pero el resultado es una historia menos sólida, con cabos sueltos y momentos confusos. Además, no se ahonda lo suficiente en el conflicto interno de Sam Wilson, lo que impide que el público conecte realmente con él. Es una lástima, porque Mackie demuestra comodidad en el papel y se le podría haber sacado mucho más provecho. La película también introduce a un nuevo personaje interpretado por Giancarlo Esposito, quien llega con su carisma habitual y un aire de misterio que prometía mucho. Sin embargo, su rol dentro de la historia es mínimo, con una relevancia que se siente forzada y poco justificada. Su presencia no aporta demasiado al conflicto principal, y parece más una estrategia para sumar un nombre reconocido al reparto que un personaje realmente necesario para la trama. Lo más curioso —y atractivo— de la película es su inesperada conexión con The Incredible Hulk (2008), una cinta que muchos consideraban olvidada dentro del UCM. Gran parte del argumento se sostiene en elementos de aquella película, incluyendo el regreso de ciertos personajes, situaciones e incluso su villano, interpretado por un impecable Tim Blake Nelson. Lamentablemente, este anclaje al pasado hace que la película se enfoque más en cerrar hilos sueltos que en construir el futuro de la franquicia. Se presentan elementos clave como el adamantium, el Celestial en el Océano Índico (visto en Eternals) y la posibilidad de reformar a los Vengadores, pero todo se siente superficial, como si la película solo estuviera preparando el terreno para algo más grande. De hecho, bien podría haber sido parte de la Fase 2 o un capítulo extendido de Falcon y el Soldado de Invierno. Y, por supuesto, no podemos ignorar el mayor error de la cinta : revelar a Hulk Rojo en afiches y tráilers. La película intenta manejarlo como un giro sorpresivo, pero para el público ya era un secreto a voces. Si bien la pelea final es decente, su desenlace es predecible y poco inspirado, dejando la sensación de una oportunidad desperdiciada. Para rematar, la escena post-créditos tampoco logra aportar algo nuevo o impactante. En lugar de sorprender con un adelanto futuro de la franquicia, se limita a revelar -de manera obvia- que el multiverso existe, una información que el UCM ha repetido en varias películas y series previas. La falta de imaginación en este cierre solo refuerza la sensación de que la saga está estancada. En definitiva, Capitán América: Un Nuevo Mundo es una secuela mediocre pero entretenida. No está entre lo mejor de Marvel, pero al menos resuelve algunas dudas que dejó The Incredible Hulk. ¿Veremos a Edward Norton en el futuro? Ya está en cines chilenos.
Desde la muerte de Thanos y Tony Stark en Avengers: Endgame, el Universo Cinematográfico de Marvel ha tambaleado, como si la espina dorsal de la franquicia se hubiera quebrado. En los últimos años, hemos visto películas menores y series de televisión que han generado poco impacto en el público general, tal vez por el agotamiento natural del género de superhéroes. Aun así, Marvel sigue intentando encontrar un nuevo golpe de suerte. Capitán América: Un Nuevo Mundo pertenece a la Fase 5 del UCM, la misma que comenzó en 2023 con la decepcionante Ant-Man and the Wasp: Quantumania, y al parecer, esta nueva entrega tampoco logra revertir el desgaste de la franquicia. En esta cuarta película de la saga del Capitán América, el escudo ya no está en manos de Steve Rogers, sino de Sam Wilson ( Anthony Mackie), su discípulo, quien heredó la responsabilidad al final de Endgame. Luego de los eventos de Falcon y el Soldado de Invierno, Wilson ha tenido que lidiar con el peso de su nuevo rol, marcado por la inseguridad de no estar a la altura. La historia arranca cuando Wilson y su compañero Joaquín Torres ( Danny Ramirez) interceptan una venta ilegal de adamantium. Poco después, ambos son invitados a la Casa Blanca por el recién electo presidente Thaddeus Ross ( Harrison Ford, reemplazando al fallecido William Hurt). Sin embargo, un brutal atentado desata una crisis global que podría desencadenar la Tercera Guerra Mundial, llevando a Wilson y Torres a descubrir quién está realmente detrás del ataque. Como es habitual en las películas del Capitán América, la trama está cargada de intriga, paranoia, control mental y traiciones, con un aire que recuerda a los thrillers políticos de la Guerra Fría. El director Julius Onah intenta replicar el éxito de El Soldado de Invierno, pero el resultado es una historia menos sólida, con cabos sueltos y momentos confusos. Además, no se ahonda lo suficiente en el conflicto interno de Sam Wilson, lo que impide que el público conecte realmente con él. Es una lástima, porque Mackie demuestra comodidad en el papel y se le podría haber sacado mucho más provecho. La película también introduce a un nuevo personaje interpretado por Giancarlo Esposito, quien llega con su carisma habitual y un aire de misterio que prometía mucho. Sin embargo, su rol dentro de la historia es mínimo, con una relevancia que se siente forzada y poco justificada. Su presencia no aporta demasiado al conflicto principal, y parece más una estrategia para sumar un nombre reconocido al reparto que un personaje realmente necesario para la trama. Lo más curioso —y atractivo— de la película es su inesperada conexión con The Incredible Hulk (2008), una cinta que muchos consideraban olvidada dentro del UCM. Gran parte del argumento se sostiene en elementos de aquella película, incluyendo el regreso de ciertos personajes, situaciones e incluso su villano, interpretado por un impecable Tim Blake Nelson. Lamentablemente, este anclaje al pasado hace que la película se enfoque más en cerrar hilos sueltos que en construir el futuro de la franquicia. Se presentan elementos clave como el adamantium, el Celestial en el Océano Índico (visto en Eternals) y la posibilidad de reformar a los Vengadores, pero todo se siente superficial, como si la película solo estuviera preparando el terreno para algo más grande. De hecho, bien podría haber sido parte de la Fase 2 o un capítulo extendido de Falcon y el Soldado de Invierno. Y, por supuesto, no podemos ignorar el mayor error de la cinta : revelar a Hulk Rojo en afiches y tráilers. La película intenta manejarlo como un giro sorpresivo, pero para el público ya era un secreto a voces. Si bien la pelea final es decente, su desenlace es predecible y poco inspirado, dejando la sensación de una oportunidad desperdiciada. Para rematar, la escena post-créditos tampoco logra aportar algo nuevo o impactante. En lugar de sorprender con un adelanto futuro de la franquicia, se limita a revelar -de manera obvia- que el multiverso existe, una información que el UCM ha repetido en varias películas y series previas. La falta de imaginación en este cierre solo refuerza la sensación de que la saga está estancada. En definitiva, Capitán América: Un Nuevo Mundo es una secuela mediocre pero entretenida. No está entre lo mejor de Marvel, pero al menos resuelve algunas dudas que dejó The Incredible Hulk. ¿Veremos a Edward Norton en el futuro? Ya está en cines chilenos.