“Mi vecino Adolf” es una entrañable y potente película, coproducción entre Israel y Polonia, ambientada en 1960, luego del terremoto de Valdivia, porque sí, se menciona a Chile. En un pueblo perdido de Sudamérica, Marek Polsky, un viejo solitario judío, sobreviviente del Holocausto, vive apartado de la civilización en una humilde, pero gran casa. Su vida se remite a trabajar la tierra, cultivar flores (rosas negras), y a recordar a su familia muerta, hasta que un nuevo vecino llega, un viejo alemán llamado Herzog, el que viene desde Argentina, a quien comenzó a odiar desde antes que apareciera, porque perturbaría su paz y soledad. Una vez que lo conoce -de lejos- lo aborrece aún más, porque nota pequeños detalles que le hacen pensar seriamente que se trataría del propio Adolf Hitler, quien no se habría suicidado en 1945. A partir de ese momento, su obsesión crece y crece, pero nadie parece creerle. Lo espía día y noche, cual Jimmy Stewart en “La Ventana Indiscreta” de Alfred Hitchcock. Le teme, pero también le tiene rabia y quiere vengarse. A medida que lo trata, muy a su pesar y gracias al ajedrez, se vuelven extrañamente cercanos, ve en él un viejo solitario, abandonado, parecido a sí mismo, sólo que con más dinero, lo que lo confunde. Protagonizada maravillosamente por el actor británico, David Hayman (El extraño Caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde, El niño con el pijama a rayas) y el alemán Udo Kier (La Sombra del Vampiro, Nymphomaniac), ambos se mueven entre el drama profundo y el humor negro. Con un buen guion de base, la cinta es de igual manera conmovedora, entretenida, intrigante, como reflexiva. Llevándonos a pensar en los prejuicios, los estereotipos, en el miedo a lo diferente, el perdón y la redención. Un invitación a adentrarse en la naturaleza humana. No es casualidad que la película nos presente diferentes culturas y esté hablada en diferentes idiomas: yiddish, alemán, inglés y español. Disponible en cines chilenos desde el 14 de noviembre. Muy recomendable.
“La vida de Jagna” es una excelente cinta que no se pueden perder de ver en salas de cine. Más allá de su estética que emula una hermosa gran pintura, gracias a la técnica de la rotoscopia. Los creadores de la aclamada “Loving Vincent”, ahora nos presentan una hermosa y a la vez dura historia sobre una campesina en un pequeño pueblo de Polonia del siglo XIX. Jagna es una bella y libre joven, a quien obligan a casarse con un importante viudo, quien -además- es padre de su amante, Antek, el que, a su vez, está casado y tiene hijos. Ella se encuentra desolada con la situación, pero su madre y su entorno le tienen un camino trazado, del cual no puede escapar. Muchos la desean, la envidian, murmuran sobre ella, como bien dice el dicho: ‘Pueblo chico, infierno grande’, eso acá se cumple a cabalidad. En esta campiña polaca las tradiciones son todo, y seguir las reglas es vital. Una trama muy potente que no suelta de principio a fin, que está bien contada, llena de elementos muy humanos como el romance, la pasión, la lucha entre clases sociales, las pugnas familiares, el machismo y la desolación, donde podemos conocer más de la cultura campesina polaca y sus tradiciones. Basada en el libro “Los Campesinos” del premio Nobel Wladyslaw Reymont, acá hablamos de un filme redondo, en fondo y forma, dividido en cuatro partes, cada una representando una estación del año, y también distintas intensidades dramáticas. “La Vida de Jagna” se encuentra disponible en cines del país.
“Mi vecino Adolf” es una entrañable y potente película, coproducción entre Israel y Polonia, ambientada en 1960, luego del terremoto de Valdivia, porque sí, se menciona a Chile. En un pueblo perdido de Sudamérica, Marek Polsky, un viejo solitario judío, sobreviviente del Holocausto, vive apartado de la civilización en una humilde, pero gran casa. Su vida se remite a trabajar la tierra, cultivar flores (rosas negras), y a recordar a su familia muerta, hasta que un nuevo vecino llega, un viejo alemán llamado Herzog, el que viene desde Argentina, a quien comenzó a odiar desde antes que apareciera, porque perturbaría su paz y soledad. Una vez que lo conoce -de lejos- lo aborrece aún más, porque nota pequeños detalles que le hacen pensar seriamente que se trataría del propio Adolf Hitler, quien no se habría suicidado en 1945. A partir de ese momento, su obsesión crece y crece, pero nadie parece creerle. Lo espía día y noche, cual Jimmy Stewart en “La Ventana Indiscreta” de Alfred Hitchcock. Le teme, pero también le tiene rabia y quiere vengarse. A medida que lo trata, muy a su pesar y gracias al ajedrez, se vuelven extrañamente cercanos, ve en él un viejo solitario, abandonado, parecido a sí mismo, sólo que con más dinero, lo que lo confunde. Protagonizada maravillosamente por el actor británico, David Hayman (El extraño Caso del Dr. Jekyll y el Sr. Hyde, El niño con el pijama a rayas) y el alemán Udo Kier (La Sombra del Vampiro, Nymphomaniac), ambos se mueven entre el drama profundo y el humor negro. Con un buen guion de base, la cinta es de igual manera conmovedora, entretenida, intrigante, como reflexiva. Llevándonos a pensar en los prejuicios, los estereotipos, en el miedo a lo diferente, el perdón y la redención. Un invitación a adentrarse en la naturaleza humana. No es casualidad que la película nos presente diferentes culturas y esté hablada en diferentes idiomas: yiddish, alemán, inglés y español. Disponible en cines chilenos desde el 14 de noviembre. Muy recomendable.
“La vida de Jagna” es una excelente cinta que no se pueden perder de ver en salas de cine. Más allá de su estética que emula una hermosa gran pintura, gracias a la técnica de la rotoscopia. Los creadores de la aclamada “Loving Vincent”, ahora nos presentan una hermosa y a la vez dura historia sobre una campesina en un pequeño pueblo de Polonia del siglo XIX. Jagna es una bella y libre joven, a quien obligan a casarse con un importante viudo, quien -además- es padre de su amante, Antek, el que, a su vez, está casado y tiene hijos. Ella se encuentra desolada con la situación, pero su madre y su entorno le tienen un camino trazado, del cual no puede escapar. Muchos la desean, la envidian, murmuran sobre ella, como bien dice el dicho: ‘Pueblo chico, infierno grande’, eso acá se cumple a cabalidad. En esta campiña polaca las tradiciones son todo, y seguir las reglas es vital. Una trama muy potente que no suelta de principio a fin, que está bien contada, llena de elementos muy humanos como el romance, la pasión, la lucha entre clases sociales, las pugnas familiares, el machismo y la desolación, donde podemos conocer más de la cultura campesina polaca y sus tradiciones. Basada en el libro “Los Campesinos” del premio Nobel Wladyslaw Reymont, acá hablamos de un filme redondo, en fondo y forma, dividido en cuatro partes, cada una representando una estación del año, y también distintas intensidades dramáticas. “La Vida de Jagna” se encuentra disponible en cines del país.