La película neozelandesa, “La Matriarca” o “Juniper”, llegó a la cartelera chilena, disponible en salas de Cinépolis, Cinemark, Cineplanet, El Biógrafo, Cine Arte Viña y del Normandie. Protagonizada por la reconocida actriz Charlotte Rampling y por el novel histrión, George Ferrier, nos presenta un drama familiar, entre un nieto adolescente de carácter rebelde, llamado Sam, quien vive sin ambiciones, ni metas, porque sufre la perdida de su madre desde hace ya algún tiempo, y una abuela alcohólica con una pierna quebrada, Ruth, la que añora sus años como fotógrafa de guerra. Ambos se verán obligados a convivir, cuando ella deja de ser autovalente, y debe ir a Nueva Zelanda a la casa de su hijo, el que a su vez está resentido con su madre por la poca atención que tuvo por parte de ella durante su infancia. Sam, a modo de “castigo”, debe ayudar a cuidar de su abuela, pero entre ellos las diferencias son notorias, además que prácticamente ni se conocen. Esta convivencia forzada se convertirá en un viaje inspirador para ambos, sanador, permitiendo la reconciliación entre las generaciones de esta familia, demostrando que no son tan diferentes después de todo. La película nos invita a reflexionar sobre los lazos familiares, el paso del tiempo y la vejez. Ópera prima de Matthew J. Saville, el realizador afirma que película tiene algo de autobiográfica, ya que está inspirada en su propia abuela. La trama si bien es predecible, sin muchas sorpresas, tiene como punto alto sus personajes y las excelente actuaciones que ofrecen sus intérpretes.
La película neozelandesa, “La Matriarca” o “Juniper”, llegó a la cartelera chilena, disponible en salas de Cinépolis, Cinemark, Cineplanet, El Biógrafo, Cine Arte Viña y del Normandie. Protagonizada por la reconocida actriz Charlotte Rampling y por el novel histrión, George Ferrier, nos presenta un drama familiar, entre un nieto adolescente de carácter rebelde, llamado Sam, quien vive sin ambiciones, ni metas, porque sufre la perdida de su madre desde hace ya algún tiempo, y una abuela alcohólica con una pierna quebrada, Ruth, la que añora sus años como fotógrafa de guerra. Ambos se verán obligados a convivir, cuando ella deja de ser autovalente, y debe ir a Nueva Zelanda a la casa de su hijo, el que a su vez está resentido con su madre por la poca atención que tuvo por parte de ella durante su infancia. Sam, a modo de “castigo”, debe ayudar a cuidar de su abuela, pero entre ellos las diferencias son notorias, además que prácticamente ni se conocen. Esta convivencia forzada se convertirá en un viaje inspirador para ambos, sanador, permitiendo la reconciliación entre las generaciones de esta familia, demostrando que no son tan diferentes después de todo. La película nos invita a reflexionar sobre los lazos familiares, el paso del tiempo y la vejez. Ópera prima de Matthew J. Saville, el realizador afirma que película tiene algo de autobiográfica, ya que está inspirada en su propia abuela. La trama si bien es predecible, sin muchas sorpresas, tiene como punto alto sus personajes y las excelente actuaciones que ofrecen sus intérpretes.