Canadá es ampliamente reconocido como uno de los mejores países para vivir en el mundo, con una calidad de vida excepcional. Sin embargo, por alguna extraña razón, también son el lugar de origen de algunos de los slashers ochenteros más siniestros de la historia del cine de terror. Black Christmas (1974), My Bloody Valentine (1981), Curtains (1983), Terror Train (1980) o Prom Night (1980), son algunos de los títulos que nos ha dejado el país de la miel de maple, y este año bajo la dirección de Chris Nash, acaba de aterrizar a las salas de cine chilenas, “ Asesino por Naturaleza ” ( In a Violent Nature), una cinta que pretende “darle una vuelta” al género. La gran diferencia de los slashers tradicionales, donde seguimos a un grupo de adolescentes sexualmente activos que son asesinados poco a poco por el villano de turno, acá Nash nos pone en los zapatos de Johnny, una suerte de Jason Voorhees que, cada cierto tiempo resurge de los muertos, para comenzar una oleada de muertes por el bosque clamando venganza. A lo largo de todo el filme, la cámara sigue a Johnny en sus eternas y silenciosas caminatas cruzando hermosos senderos, hasta que logra encontrar a alguna de sus víctimas, la que será asesinada de la peor forma posible. La película a primera vista, parece una nueva versión intelectual de Friday the 13th (1980), con todos sus elementos típicos, como el campamento de verano, los adolescentes, el asesino y su máscara correspondiente, las diferentes armas y las brutales muertes. No obstante, la forma de narrar los sucesos cambia, para darnos una experiencia inusual y sensorial, más similar a una cinta de Gus Van Sant o Terrence Malick. Y aunque, realmente el largometraje carece de una gran historia o personajes, posee una cuidada atmósfera, fotografía y un impecable trabajo de sonido. Además, contiene algunas muertes muy bien ejecutadas con increíbles efectos prácticos, aunque tampoco son algo que “jamás hemos visto”, como algunos han hecho parecer. Otra de las cosas interesantes de “Asesino por Naturaleza” es cómo nos vamos informando del pasado trágico de Johnny, gracias a los pequeños datos que van contando los personajes secundarios. Así sabremos que, al igual que otros villanos del género, sufrió una muerte traumática de niño y que no es la primera vez que una matanza de este tipo ocurre, lo que hace parecer como si estuviéramos presenciando una secuela de una larga saga que jamás existió. Lamentablemente, aunque la idea en papel puede parecer sumamente atractiva, en su esfuerzo por “reinventar el género”, las arriesgadas decisiones de dirección de Nash hacen que el conjunto final pierda fuerza y caiga en el tedio por momentos, porque a diferencia de “ Elephant ” de Van Sant, la historia que nos quiere contar el director no es tan atractiva, ni mucho menos original. Es cierto, el lenguaje documental permite capturar planos innovadores para un género tan vilipendiado como el slasher, pero al mismo tiempo quita emoción y las larguísimas escenas terminan por aburrir, por lo que al final poco nos importa lo que le pueda pasar a los personajes o a la final girl de turno. Por otro lado, la película tiene muchos errores de continuidad, y decisiones algo absurdas de los personajes, aunque eso podría ser un guiño al género, y a los adolescentes tarados que las protagonizan. Eso sí, a pesar de que para algunos puede ser incluso una experiencia hasta cansina, es valorable el esfuerzo que se ha hecho con este filme. De hecho, su éxito ya hizo que el director confirmara la producción de una secuela (quizás innecesaria) para el próximo año. Esperemos que Nash aprenda de sus falencias y pueda expandir el mito del monstruo. Ya está en cines chilenos.
Canadá es ampliamente reconocido como uno de los mejores países para vivir en el mundo, con una calidad de vida excepcional. Sin embargo, por alguna extraña razón, también son el lugar de origen de algunos de los slashers ochenteros más siniestros de la historia del cine de terror. Black Christmas (1974), My Bloody Valentine (1981), Curtains (1983), Terror Train (1980) o Prom Night (1980), son algunos de los títulos que nos ha dejado el país de la miel de maple, y este año bajo la dirección de Chris Nash, acaba de aterrizar a las salas de cine chilenas, “ Asesino por Naturaleza ” ( In a Violent Nature), una cinta que pretende “darle una vuelta” al género. La gran diferencia de los slashers tradicionales, donde seguimos a un grupo de adolescentes sexualmente activos que son asesinados poco a poco por el villano de turno, acá Nash nos pone en los zapatos de Johnny, una suerte de Jason Voorhees que, cada cierto tiempo resurge de los muertos, para comenzar una oleada de muertes por el bosque clamando venganza. A lo largo de todo el filme, la cámara sigue a Johnny en sus eternas y silenciosas caminatas cruzando hermosos senderos, hasta que logra encontrar a alguna de sus víctimas, la que será asesinada de la peor forma posible. La película a primera vista, parece una nueva versión intelectual de Friday the 13th (1980), con todos sus elementos típicos, como el campamento de verano, los adolescentes, el asesino y su máscara correspondiente, las diferentes armas y las brutales muertes. No obstante, la forma de narrar los sucesos cambia, para darnos una experiencia inusual y sensorial, más similar a una cinta de Gus Van Sant o Terrence Malick. Y aunque, realmente el largometraje carece de una gran historia o personajes, posee una cuidada atmósfera, fotografía y un impecable trabajo de sonido. Además, contiene algunas muertes muy bien ejecutadas con increíbles efectos prácticos, aunque tampoco son algo que “jamás hemos visto”, como algunos han hecho parecer. Otra de las cosas interesantes de “Asesino por Naturaleza” es cómo nos vamos informando del pasado trágico de Johnny, gracias a los pequeños datos que van contando los personajes secundarios. Así sabremos que, al igual que otros villanos del género, sufrió una muerte traumática de niño y que no es la primera vez que una matanza de este tipo ocurre, lo que hace parecer como si estuviéramos presenciando una secuela de una larga saga que jamás existió. Lamentablemente, aunque la idea en papel puede parecer sumamente atractiva, en su esfuerzo por “reinventar el género”, las arriesgadas decisiones de dirección de Nash hacen que el conjunto final pierda fuerza y caiga en el tedio por momentos, porque a diferencia de “ Elephant ” de Van Sant, la historia que nos quiere contar el director no es tan atractiva, ni mucho menos original. Es cierto, el lenguaje documental permite capturar planos innovadores para un género tan vilipendiado como el slasher, pero al mismo tiempo quita emoción y las larguísimas escenas terminan por aburrir, por lo que al final poco nos importa lo que le pueda pasar a los personajes o a la final girl de turno. Por otro lado, la película tiene muchos errores de continuidad, y decisiones algo absurdas de los personajes, aunque eso podría ser un guiño al género, y a los adolescentes tarados que las protagonizan. Eso sí, a pesar de que para algunos puede ser incluso una experiencia hasta cansina, es valorable el esfuerzo que se ha hecho con este filme. De hecho, su éxito ya hizo que el director confirmara la producción de una secuela (quizás innecesaria) para el próximo año. Esperemos que Nash aprenda de sus falencias y pueda expandir el mito del monstruo. Ya está en cines chilenos.