El nombre de Tony Caluga nos transporta rápidamente a nuestra infancia, cuando nuestros padres nos llevaron al circo y veíamos a un grupo de simpáticos y ágiles payasos que nos hacían reír con sus golpes y caídas estrepitosas. Hoy, ya como adultos, y con la perspectiva de los años, tener la oportunidad de ver el espectáculo con los ojos de la experiencia no solo nos remite a la nostalgia de nuestros tiempos noveles, sino a la posibilidad de disfrutar de un humor sano, familiar y de números circenses de primer nivel. Esto es lo que, de manera general, vas a encontrar en el show ofrecido por el Circo Tony Caluga, que se estará presentando en Valparaíso hasta fines del mes de noviembre. La carpa se encuentra en el Muelle Barón. La función tantas risas ha sacado durante casi 100 años: el Tony Caluga, con seguridad el payaso más determinante en la historia del circo chileno, y su hijo Caluga Junior. Hoy la batuta la tomaron los hijos de Caluga Junior (nietos del recordado Abraham Lillo) y sus nietos. En otros términos, la tercera y cuarta generación de Caluga. Y el testimonio de esta posta es fiel reflejo de la tradición que alguna vez inició don Abraham; un espectáculo sólido, con toda la energía, alegría y profesionalismo de un circo que forma parte de nuestro ethos cultural. En la presentación de los payasos, destacan los jóvenes, quienes aportan la frescura necesaria para cautivar a las generaciones, pero que continúan fielmente con la tradición que les ha sido legada. Ellos aportan el tan necesario humor y la conexión con los más pequeños (y los ya no tanto). Por otro lado, también es digno de destacar el trabajo de los otros grandes artistas, hombres y mujeres que brillan con números de primer nivel en el trapecio, equilibrio e ilusionismo, este último asombra. Si eres de la región de Valparaíso, o si vas de visita, te recomiendo ir a disfrutar de la excelente presentación artística que ofrece el Circo Tony Caluga. Estarán en la ciudad puerto hasta fines de noviembre. Y, por supuesto, si el próximo año llegan a tu región, no te lo pierdas. También te invitamos a ver nuestra nota en el video a continuación, donde conversamos con dos de los jóvenes Caluga.
Las islas eolias son un archipiélago compuesto por 7 islas volcánicas. Ubicadas al norte de la costa noreste de la gigante isla de Sicilia, Italia, probablemente hacen más noticias por las erupciones de Stromboli (una de las ínsulas que tiene uno de los volcanes más activos de Europa). Pero fuera de la actividad sísmica, son reconocidas como un destino turístico de primer nivel, en especial en época estival. Volcanes, playas, gastronomía y mucha historia son parte de la carta de presentación de las Eolias, todo lo cual las llevaron a ser consideradas el año 2000 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. De las siete, la principal es Lipari; la más grande en extensión y en población. Con un poco más de 10.000 habitantes, Lipari es conocida también como la isla de los colores, ya que el intenso azul del mar y hermoso verde/café de sus cerros se combinan con edificios alegremente pintados que dan una sensación de estar dentro de esas películas italianas clásicas de antaño. Como buena isla, cuenta con hermosas playas, dentro de las cuales destaca la de Canneto, una de las más próximas al pueblo principal, igualmente llamado Lipari, que además es su principal puerto. De calles estrechas decoradas principalmente por flores y coloridas obras de artistas visuales, sus puntos más bellos son la llamada Marina Corta, un pequeño puerto para embarcaciones menores rodeado por elegantes restaurantes a la orilla del mar y por una arquitectura preciosa, conectada a la calle, a mi gusto, más hermosa de toda Lipari: la vía Garibaldi. Los paseos por lindas calles y el goce de una gastronomía siciliana muy marcada por los productos frescos del mar, no es el único valor de Lipari. También cuenta con un patrimonio histórico-cultural que da cuenta de la riqueza de una isla que fue habitada desde tiempos prehistóricos y colonizada por inmigrantes griegos entre los siglos VII y VI a. de C. Por la ya señalada vía Garibaldi se llega a una larga escalera que lleva a la parte alta del pueblo, la que atesora 3 importantes tesoros: la catedral de San Bartolomeo, iglesia barroca en honor al santo patrono de la isla; el museo arqueológico, considerado uno de los más importantes de todo el Mediterráneo; y su acrópolis, donde se exhiben tumbas antiguas, un teatro romano y que cuenta con las mejores vistas del pueblo. Para llegar a Lipari, el trayecto más corto y económico es partiendo desde el puerto de Milazzo, ubicado en la provincia de Messina, Sicilia (lugar que también recomiendo y del cual puedes leer nuestra experiencia en este sitio web). Zarpan diariamente unas rápidas embarcaciones llamadas hidroalas, de la compañía Liberty Lines. La duración del viaje es de alrededor de una hora. El pueblo se puede recorrer desde el puerto perfectamente a pie. Para recorrer el resto de la isla es necesario arrendar un vehículo, los cuales se arriendan a la salida del puerto. Si quieres conocer más sobre la isla de Lipari, te invitamos a ver el siguiente video.
La adaptación de Dawn of the Dead, uno de los clásicos del padre del género zombie, el ya fallecido George Romero, realizado el 2004 por el director Zack Snyder, fue en su época un merecido refresco para la película misma (la original es de 1978) y para todo el “mundo zombie”. Y hablo de refresco porque, si bien, esta ambientada en el inicio del siglo XXI (alejada de la setentera película en ese aspecto), mantiene la consistencia de la historia y sus trasfondos (tan propios de las películas de Romero). En síntesis, conserva todos aquellos ingredientes que toda buena película de zombies tiene que tener: un toque de humor negro; personajes a los que poco y nada nos interesa su vida pasada; una lucha desesperada por salvarse de estos seres que te quieren comer, a costa de cualquier precio; y, por supuesto, zombies por doquier. La trama es la siguiente: comienza el día y hordas de zombies hambrientos de víscera humanas repletan las calles. Algunas personas logran salvarse y poco a poco van llegando a un centro comercial, también conocido como mall. Tras resolver el problema -siempre presente en una historia de Romero- de las desconfianzas entre personas que no se conocen, pero que a la vez tienen un enemigo en común, el grupo de personas se adapta a vivir en el mall; tienen todas las cosas materiales que necesitan para subsistir y se encuentran en un lugar al cual los zombies no pueden ingresar. Lo que parecía una solución, con el paso del tiempo pasa a ser un problema; y comienza la necesidad imperiosa de escapar a otro lugar, para lo cual el grupo prepara una huida que no podrá ser sencilla, debido a que están completamente rodeados por los caminantes. Dawn of the Dead es una excelente historia del género. Aborda el comportamiento humano, que lucha entre el individualismo forzado por el instinto de sobrevivencia y los valores morales de solidaridad y de ayuda al prójimo, propios de nuestra cultura. El escenario, el centro comercial, nos lleva a la crítica en contra del consumismo que muy sutilmente trae esta película. Estamos felices viviendo con todos los bienes materiales a nuestra disposición, comprando y comprando, pero encerrados. Dejamos de vivir una vida libre para no enfrentar la vida tal cual, por nuestros miedos, representados en la obra por los zombies. Pero llega un momento que la naturaleza humana puede más: la libertad es algo que toda persona necesita y, a pesar de que a veces el camino a ella está lleno de dificultades, hacen lo imposible para obtenerla. Por supuesto todo lo anterior acompañado de acción, mucha sangre y seres dispuestos a arrancar las entrañas del que se le cruce por adelante. Recomendada para este Halloween.
“Volare…oh, oh, Cantare…oh, oh…Nel blu, dipinto di blu…Felice di stare lassù…” resuena en nuestros pensamientos al llegar a Polignano a Mare, uno de los balnearios más cotizados por turistas italianos y extranjeros que visitan este pequeño rincón del sur de Italia. ¿La razón?. Esta ciudad, hoy de casi 20.000 habitantes y solo a 30 minutos en tren desde la capital de la región de Apulia, Bari, fue la cuna del cantautor Domenico Modugno, quien hizo de “Volare” un himno reconocido mundialmente. La ciudad le rinde homenaje a quien es considerado en la mismísima Italia como el cantante más influyente de la música italiana del siglo XX: una plaza abierta al mar lleva su nombre (excelente mirador para apreciar los acantilados) coronada con una estatua de Modugno con los brazos abiertos y con un fondo dipinto di blu, en alusión al videoclip de la famosa canción. Por supuesto, es uno de los lugares más visitados, formándose incluso filas para obtener una fotografía. Por supuesto, este no es el único atractivo de Polignano a Mare. El principal, sin lugar a duda, son sus playas rodeadas de acantilados, desde donde existen varios miradores para disfrutar de vistas únicas. La particular geografía es complementada por bellas edificaciones de color blanco, que le dan el contraste característico con el azul del mar y del cielo. Su ciudad vieja, a la cual se ingresa por el Arco Marchese, construido en 1530, es solo el inicio de un paseo en la que encontrarás concurridas plazas; pequeñas iglesias barrocas; y frases de personajes ligados al arte, de la talla de Jim Morrison y del chileno Pablo Neruda. Pero en esta aventura, lo más rescatable es poder disfrutar de cada pintoresco rinconcito escondido en sus laberínticas calles de muros blancos y hermoseadas con coloridas flores. No por nada es considerado uno de los lugares más lindos de la región. Como buen lugar receptor de miles y miles de turistas, Polignano a Mare cuenta con una amplia oferta gastronómica. Desde un restaurante considerado como uno de los más caros de toda Europa, que se encuentra en una cueva con vistas al mar en uno de los acantilados, hasta las típicas cafeterías italianas. Desde el punto de vista gastronómico, el fuerte son los pescados y mariscos, siendo famosos los paninos (sándwiches) con productos del mar. Pero también es común encontrar en la ciudad todo lo típico que se ofrece en la región de Apulia: focaccia barese, café leccese, pasticcioto, tetta della monaca, panzerotto, etc. Si quieres conocer más sobre este precioso lugar, te invitamos a ver el siguiente video.
Nápoles es reconocida como la ciudad en que nació uno de los platos más populares del mundo, la pizza, y también por tener una amplísima oferta de restaurantes y las tradicionales trattorias. Pero dentro de las posibilidades que ofrece la capital de la región de Campania, existe una rama de la gastronomía que es la predilecta de viajeros que, por razones de presupuesto y/o de tiempo, prefieren comer algo rápido en la calle: la comida callejera. Y si eres uno de estos viajeros, Nápoles es el paraíso, puesto que su Street Food combina tres importantes características: innumerables opciones, precios bajos y productos de calidad tan buena como la de cualquier establecimiento de mantel largo. Pasamos, a continuación, a ver algunas de las comidas más tradicionales que puedes encontrar en los múltiples locales que prácticamente “decoraran” las principales (y las no tanto) calles napolitanas. No solo existe la pizza redonda típica (en Nápoles, la pizza es considerada un alimento popular, por lo que la puedes encontrar a bajo precio) que puedes comer en la calle, sino también una serie de tipos de pizza hechas para el consumo en cualquier lugar, sin necesidad de una mesa ni cubiertos. Comenzamos por la llamada pizza portafoglio, una pizza redonda de diámetro inferior a las que se sirven al plato, y que te pasan doblada en cuatro con un papel. Generalmente solo viene con tomate y queso fior di latte. Comimos una en la pizzería Tutino dal 1935 (Cesare Carmignano n°79); si bien no se encuentra en la zona más turística de la ciudad, ofrece una portafoglio recomendada por los propios napolitanos…y no se equivocan. También puedes optar por una pizza frita: con la forma de nuestra empanada, pero con masa de pizza. La típica contiene, además del tradicional tomate, queso fior di latte y cerdo, queso ricota. Esta se encuentra en todas las pizzerías, que al igual que la pizza portafoglio, es ofrecida en unos pequeños quioscos que generalmente se ubican en las entradas de los establecimientos. También puedes elegir por comer una pizza montanara, una pizzeta redonda con masa de pizza frita, que se complementa con tomate, queso y albahaca. Nosotros probamos la de la pizzería de Michele Tutino (Via Toledo n° 251) y no nos decepcionó. Al igual que en toda Italia, en Nápoles encuentras la famosa pizza al taglio, al corte, tan famosa en Roma. Pero en la ciudad donde Maradona es D10S, la vas a encontrar con el nombre de focaccia napoletana, distinguiéndose de la pizza napolitana auténtica redonda. Parecida a esta “focaccia” también puedes comer una pizza parigina, que, en términos generales, es una variación de este trozo de pizza cortado desde una plancha. La parigina básicamente es una focaccia, pero cubierto con una delgada masa de hojaldre, algo así como una pizza cubierta. Si te gustan las frituras, Nápoles ofrece una serie de productos especialmente en las llamadas Friggitorias, en las cuales puedes encontrar croquetas de papa, arancinos, conos con producto del mar fritos (llamado cuoppo) y fritos de pasta. Recomendamos una de las opciones de fritos más famosas, la frittatina, que contiene, además de los fideos, bechamel, jamón y arvejas. Para el último, dejamos para el final la comida callejera que más nos gustó en nuestra visita a Nápoles: el cuzzetiello. Es una especie de sándwich hecho en un pan llamado cafone, de corteza dura, alargada, al cual se le saca toda la miga para ser rellenado. Las opciones para rellenarlo son múltiples, pero una de las más tradicionales, y que recomiendo mucho, es el cuzzetiello con ragú napolitano con polpette (albóndigas) de vacuno. Creo que es, aparte de las pizzas que son sencillamente espectaculares, un imperdible si vas a Nápoles. Nosotros fuimos a un local que, si bien se encontraba a varias cuadras del terminal central de trenes de la ciudad, es recomendadísimo por los habitantes de la ciudad. Su nombre, O Cuzzetiello (Rimini n°51). Si quieres ver muchas de estas comidas especiales para comer en cualquier lado, te invitamos a ver este video. Para conocer más, revisa el más reciente episodio de En Palco Condimenta.
El nombre de Tony Caluga nos transporta rápidamente a nuestra infancia, cuando nuestros padres nos llevaron al circo y veíamos a un grupo de simpáticos y ágiles payasos que nos hacían reír con sus golpes y caídas estrepitosas. Hoy, ya como adultos, y con la perspectiva de los años, tener la oportunidad de ver el espectáculo con los ojos de la experiencia no solo nos remite a la nostalgia de nuestros tiempos noveles, sino a la posibilidad de disfrutar de un humor sano, familiar y de números circenses de primer nivel. Esto es lo que, de manera general, vas a encontrar en el show ofrecido por el Circo Tony Caluga, que se estará presentando en Valparaíso hasta fines del mes de noviembre. La carpa se encuentra en el Muelle Barón. La función tantas risas ha sacado durante casi 100 años: el Tony Caluga, con seguridad el payaso más determinante en la historia del circo chileno, y su hijo Caluga Junior. Hoy la batuta la tomaron los hijos de Caluga Junior (nietos del recordado Abraham Lillo) y sus nietos. En otros términos, la tercera y cuarta generación de Caluga. Y el testimonio de esta posta es fiel reflejo de la tradición que alguna vez inició don Abraham; un espectáculo sólido, con toda la energía, alegría y profesionalismo de un circo que forma parte de nuestro ethos cultural. En la presentación de los payasos, destacan los jóvenes, quienes aportan la frescura necesaria para cautivar a las generaciones, pero que continúan fielmente con la tradición que les ha sido legada. Ellos aportan el tan necesario humor y la conexión con los más pequeños (y los ya no tanto). Por otro lado, también es digno de destacar el trabajo de los otros grandes artistas, hombres y mujeres que brillan con números de primer nivel en el trapecio, equilibrio e ilusionismo, este último asombra. Si eres de la región de Valparaíso, o si vas de visita, te recomiendo ir a disfrutar de la excelente presentación artística que ofrece el Circo Tony Caluga. Estarán en la ciudad puerto hasta fines de noviembre. Y, por supuesto, si el próximo año llegan a tu región, no te lo pierdas. También te invitamos a ver nuestra nota en el video a continuación, donde conversamos con dos de los jóvenes Caluga.
Las islas eolias son un archipiélago compuesto por 7 islas volcánicas. Ubicadas al norte de la costa noreste de la gigante isla de Sicilia, Italia, probablemente hacen más noticias por las erupciones de Stromboli (una de las ínsulas que tiene uno de los volcanes más activos de Europa). Pero fuera de la actividad sísmica, son reconocidas como un destino turístico de primer nivel, en especial en época estival. Volcanes, playas, gastronomía y mucha historia son parte de la carta de presentación de las Eolias, todo lo cual las llevaron a ser consideradas el año 2000 como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. De las siete, la principal es Lipari; la más grande en extensión y en población. Con un poco más de 10.000 habitantes, Lipari es conocida también como la isla de los colores, ya que el intenso azul del mar y hermoso verde/café de sus cerros se combinan con edificios alegremente pintados que dan una sensación de estar dentro de esas películas italianas clásicas de antaño. Como buena isla, cuenta con hermosas playas, dentro de las cuales destaca la de Canneto, una de las más próximas al pueblo principal, igualmente llamado Lipari, que además es su principal puerto. De calles estrechas decoradas principalmente por flores y coloridas obras de artistas visuales, sus puntos más bellos son la llamada Marina Corta, un pequeño puerto para embarcaciones menores rodeado por elegantes restaurantes a la orilla del mar y por una arquitectura preciosa, conectada a la calle, a mi gusto, más hermosa de toda Lipari: la vía Garibaldi. Los paseos por lindas calles y el goce de una gastronomía siciliana muy marcada por los productos frescos del mar, no es el único valor de Lipari. También cuenta con un patrimonio histórico-cultural que da cuenta de la riqueza de una isla que fue habitada desde tiempos prehistóricos y colonizada por inmigrantes griegos entre los siglos VII y VI a. de C. Por la ya señalada vía Garibaldi se llega a una larga escalera que lleva a la parte alta del pueblo, la que atesora 3 importantes tesoros: la catedral de San Bartolomeo, iglesia barroca en honor al santo patrono de la isla; el museo arqueológico, considerado uno de los más importantes de todo el Mediterráneo; y su acrópolis, donde se exhiben tumbas antiguas, un teatro romano y que cuenta con las mejores vistas del pueblo. Para llegar a Lipari, el trayecto más corto y económico es partiendo desde el puerto de Milazzo, ubicado en la provincia de Messina, Sicilia (lugar que también recomiendo y del cual puedes leer nuestra experiencia en este sitio web). Zarpan diariamente unas rápidas embarcaciones llamadas hidroalas, de la compañía Liberty Lines. La duración del viaje es de alrededor de una hora. El pueblo se puede recorrer desde el puerto perfectamente a pie. Para recorrer el resto de la isla es necesario arrendar un vehículo, los cuales se arriendan a la salida del puerto. Si quieres conocer más sobre la isla de Lipari, te invitamos a ver el siguiente video.
La adaptación de Dawn of the Dead, uno de los clásicos del padre del género zombie, el ya fallecido George Romero, realizado el 2004 por el director Zack Snyder, fue en su época un merecido refresco para la película misma (la original es de 1978) y para todo el “mundo zombie”. Y hablo de refresco porque, si bien, esta ambientada en el inicio del siglo XXI (alejada de la setentera película en ese aspecto), mantiene la consistencia de la historia y sus trasfondos (tan propios de las películas de Romero). En síntesis, conserva todos aquellos ingredientes que toda buena película de zombies tiene que tener: un toque de humor negro; personajes a los que poco y nada nos interesa su vida pasada; una lucha desesperada por salvarse de estos seres que te quieren comer, a costa de cualquier precio; y, por supuesto, zombies por doquier. La trama es la siguiente: comienza el día y hordas de zombies hambrientos de víscera humanas repletan las calles. Algunas personas logran salvarse y poco a poco van llegando a un centro comercial, también conocido como mall. Tras resolver el problema -siempre presente en una historia de Romero- de las desconfianzas entre personas que no se conocen, pero que a la vez tienen un enemigo en común, el grupo de personas se adapta a vivir en el mall; tienen todas las cosas materiales que necesitan para subsistir y se encuentran en un lugar al cual los zombies no pueden ingresar. Lo que parecía una solución, con el paso del tiempo pasa a ser un problema; y comienza la necesidad imperiosa de escapar a otro lugar, para lo cual el grupo prepara una huida que no podrá ser sencilla, debido a que están completamente rodeados por los caminantes. Dawn of the Dead es una excelente historia del género. Aborda el comportamiento humano, que lucha entre el individualismo forzado por el instinto de sobrevivencia y los valores morales de solidaridad y de ayuda al prójimo, propios de nuestra cultura. El escenario, el centro comercial, nos lleva a la crítica en contra del consumismo que muy sutilmente trae esta película. Estamos felices viviendo con todos los bienes materiales a nuestra disposición, comprando y comprando, pero encerrados. Dejamos de vivir una vida libre para no enfrentar la vida tal cual, por nuestros miedos, representados en la obra por los zombies. Pero llega un momento que la naturaleza humana puede más: la libertad es algo que toda persona necesita y, a pesar de que a veces el camino a ella está lleno de dificultades, hacen lo imposible para obtenerla. Por supuesto todo lo anterior acompañado de acción, mucha sangre y seres dispuestos a arrancar las entrañas del que se le cruce por adelante. Recomendada para este Halloween.
“Volare…oh, oh, Cantare…oh, oh…Nel blu, dipinto di blu…Felice di stare lassù…” resuena en nuestros pensamientos al llegar a Polignano a Mare, uno de los balnearios más cotizados por turistas italianos y extranjeros que visitan este pequeño rincón del sur de Italia. ¿La razón?. Esta ciudad, hoy de casi 20.000 habitantes y solo a 30 minutos en tren desde la capital de la región de Apulia, Bari, fue la cuna del cantautor Domenico Modugno, quien hizo de “Volare” un himno reconocido mundialmente. La ciudad le rinde homenaje a quien es considerado en la mismísima Italia como el cantante más influyente de la música italiana del siglo XX: una plaza abierta al mar lleva su nombre (excelente mirador para apreciar los acantilados) coronada con una estatua de Modugno con los brazos abiertos y con un fondo dipinto di blu, en alusión al videoclip de la famosa canción. Por supuesto, es uno de los lugares más visitados, formándose incluso filas para obtener una fotografía. Por supuesto, este no es el único atractivo de Polignano a Mare. El principal, sin lugar a duda, son sus playas rodeadas de acantilados, desde donde existen varios miradores para disfrutar de vistas únicas. La particular geografía es complementada por bellas edificaciones de color blanco, que le dan el contraste característico con el azul del mar y del cielo. Su ciudad vieja, a la cual se ingresa por el Arco Marchese, construido en 1530, es solo el inicio de un paseo en la que encontrarás concurridas plazas; pequeñas iglesias barrocas; y frases de personajes ligados al arte, de la talla de Jim Morrison y del chileno Pablo Neruda. Pero en esta aventura, lo más rescatable es poder disfrutar de cada pintoresco rinconcito escondido en sus laberínticas calles de muros blancos y hermoseadas con coloridas flores. No por nada es considerado uno de los lugares más lindos de la región. Como buen lugar receptor de miles y miles de turistas, Polignano a Mare cuenta con una amplia oferta gastronómica. Desde un restaurante considerado como uno de los más caros de toda Europa, que se encuentra en una cueva con vistas al mar en uno de los acantilados, hasta las típicas cafeterías italianas. Desde el punto de vista gastronómico, el fuerte son los pescados y mariscos, siendo famosos los paninos (sándwiches) con productos del mar. Pero también es común encontrar en la ciudad todo lo típico que se ofrece en la región de Apulia: focaccia barese, café leccese, pasticcioto, tetta della monaca, panzerotto, etc. Si quieres conocer más sobre este precioso lugar, te invitamos a ver el siguiente video.
Nápoles es reconocida como la ciudad en que nació uno de los platos más populares del mundo, la pizza, y también por tener una amplísima oferta de restaurantes y las tradicionales trattorias. Pero dentro de las posibilidades que ofrece la capital de la región de Campania, existe una rama de la gastronomía que es la predilecta de viajeros que, por razones de presupuesto y/o de tiempo, prefieren comer algo rápido en la calle: la comida callejera. Y si eres uno de estos viajeros, Nápoles es el paraíso, puesto que su Street Food combina tres importantes características: innumerables opciones, precios bajos y productos de calidad tan buena como la de cualquier establecimiento de mantel largo. Pasamos, a continuación, a ver algunas de las comidas más tradicionales que puedes encontrar en los múltiples locales que prácticamente “decoraran” las principales (y las no tanto) calles napolitanas. No solo existe la pizza redonda típica (en Nápoles, la pizza es considerada un alimento popular, por lo que la puedes encontrar a bajo precio) que puedes comer en la calle, sino también una serie de tipos de pizza hechas para el consumo en cualquier lugar, sin necesidad de una mesa ni cubiertos. Comenzamos por la llamada pizza portafoglio, una pizza redonda de diámetro inferior a las que se sirven al plato, y que te pasan doblada en cuatro con un papel. Generalmente solo viene con tomate y queso fior di latte. Comimos una en la pizzería Tutino dal 1935 (Cesare Carmignano n°79); si bien no se encuentra en la zona más turística de la ciudad, ofrece una portafoglio recomendada por los propios napolitanos…y no se equivocan. También puedes optar por una pizza frita: con la forma de nuestra empanada, pero con masa de pizza. La típica contiene, además del tradicional tomate, queso fior di latte y cerdo, queso ricota. Esta se encuentra en todas las pizzerías, que al igual que la pizza portafoglio, es ofrecida en unos pequeños quioscos que generalmente se ubican en las entradas de los establecimientos. También puedes elegir por comer una pizza montanara, una pizzeta redonda con masa de pizza frita, que se complementa con tomate, queso y albahaca. Nosotros probamos la de la pizzería de Michele Tutino (Via Toledo n° 251) y no nos decepcionó. Al igual que en toda Italia, en Nápoles encuentras la famosa pizza al taglio, al corte, tan famosa en Roma. Pero en la ciudad donde Maradona es D10S, la vas a encontrar con el nombre de focaccia napoletana, distinguiéndose de la pizza napolitana auténtica redonda. Parecida a esta “focaccia” también puedes comer una pizza parigina, que, en términos generales, es una variación de este trozo de pizza cortado desde una plancha. La parigina básicamente es una focaccia, pero cubierto con una delgada masa de hojaldre, algo así como una pizza cubierta. Si te gustan las frituras, Nápoles ofrece una serie de productos especialmente en las llamadas Friggitorias, en las cuales puedes encontrar croquetas de papa, arancinos, conos con producto del mar fritos (llamado cuoppo) y fritos de pasta. Recomendamos una de las opciones de fritos más famosas, la frittatina, que contiene, además de los fideos, bechamel, jamón y arvejas. Para el último, dejamos para el final la comida callejera que más nos gustó en nuestra visita a Nápoles: el cuzzetiello. Es una especie de sándwich hecho en un pan llamado cafone, de corteza dura, alargada, al cual se le saca toda la miga para ser rellenado. Las opciones para rellenarlo son múltiples, pero una de las más tradicionales, y que recomiendo mucho, es el cuzzetiello con ragú napolitano con polpette (albóndigas) de vacuno. Creo que es, aparte de las pizzas que son sencillamente espectaculares, un imperdible si vas a Nápoles. Nosotros fuimos a un local que, si bien se encontraba a varias cuadras del terminal central de trenes de la ciudad, es recomendadísimo por los habitantes de la ciudad. Su nombre, O Cuzzetiello (Rimini n°51). Si quieres ver muchas de estas comidas especiales para comer en cualquier lado, te invitamos a ver este video. Para conocer más, revisa el más reciente episodio de En Palco Condimenta.